Ejemplos de conflicto de liderazgo y poder en situaciones de responsabilidad

Se trata de una condición que no se adquiere con el rango o los privilegios, sino con la responsabilidad. El ejemplo y la preocupación por los subordinados son cualidades indispensables.

Contar con una sólida base teórica sobre los principios del liderazgo no garantiza necesariamente una correcta aplicación de los mismos. Ni siquiera una extensa experiencia profesional asegura el éxito en la dirección. En su libro «Los 100 errores en el liderazgo» (ESIC; 14,95 euros), los consultores Carlos Hernández y Rafael Martínez-Vilanova destacan los errores más comunes. A continuación, se presentan algunos de ellos:

  1. Confundir liderazgo con rango, privilegio o dinero. Este es uno de los errores más frecuentes y surge de una concepción equivocada del término. Sin embargo, la principal cualidad de un líder debe ser la responsabilidad. Los logros son el resultado del trabajo en equipo, mientras que los fracasos son responsabilidad exclusiva del líder. Por lo tanto, un buen líder debe tener la confianza suficiente para reconocer sus propios errores y superarlos.
  2. Ignorar la situación personal y familiar de los subordinados. El contexto específico en el que se encuentran los colaboradores puede afectar su desempeño profesional. Aunque no justifica comportamientos inapropiados en el entorno laboral, conocer las circunstancias de los trabajadores ayudará al líder a tomar decisiones más acertadas. Esto es especialmente relevante debido a la creciente diversidad cultural, generacional y nacional en los equipos de trabajo.
  3. No contribuir a la calidad de vida en el trabajo. El líder debe atender las demandas de su equipo para promover su bienestar, lo que se conoce como «salario emocional». Si el líder no se preocupa por ello, otros lo harán, debilitando el sentido de pertenencia y la autoridad del líder. Además, esto también beneficia a los consumidores, ya que los trabajadores que se sienten valorados tienden a brindar un mejor servicio.
  4. Ignorar que la gestión de un equipo de alta implicación se basa en procesos. Las actividades de la empresa se llevan a cabo de manera transversal en diferentes departamentos, y una falla en uno de ellos puede afectar todo el trabajo. El líder no puede enfocarse únicamente en su departamento, sino que para una gestión exitosa debe considerar todos los procesos y establecer relaciones con los directores de otros departamentos.
  5. Falta de accesibilidad. Un buen líder reconoce la importancia de la comunicación. Los mejores directivos siempre dedican tiempo para atender las solicitudes de sus subordinados. De hecho, esto debería ser una parte fundamental de sus responsabilidades, tanto para tratar asuntos relacionados con el desempeño profesional como temas personales. Los buenos líderes demuestran a sus trabajadores que se preocupan por sus problemas y siempre están dispuestos a escuchar.
  6. Corrupción y deslealtad. La ética debe ser uno de los pilares de las organizaciones y, por lo tanto, también una cualidad fundamental de sus líderes. Actitudes corruptas, como aceptar sobornos, no solo afectarán negativamente los resultados económicos de la empresa, sino que también minarán la autoridad del líder. Además, si los colaboradores ven este tipo de comportamientos como normales, la corrupción se convertirá en un problema endémico de la organización.
  7. Falta de moderación y sobriedad. Aunque es natural sentir orgullo al obtener un título o ascender a un puesto, esto no debe traducirse en una actitud extravagante. Los verdaderos líderes no buscan ostentación, ya que esto solo crea distancia, genera gastos innecesarios y da un mal ejemplo al resto de los empleados. En cambio, el orgullo debe basarse en la capacidad para lograr proyectos exitosos.
  8. Carencia de imaginación. En un entorno dinámico y competitivo como el actual, donde se valora la velocidad y las competencias digitales, un buen líder debe tener una gran imaginación para poder innovar y adaptarse a un nuevo contexto. No todo se puede aprender de un manual, especialmente cuando los cambios son constantes. Por lo tanto, la capacidad de improvisación y la reinvención continua son condiciones indispensables para una dirección efectiva.
  9. Carencia de organización personal. Los líderes deben gestionar sus propias agendas, ya que ya no cuentan con alguien que lo haga por ellos. Esto implica la necesidad de aprender a priorizar, ya que es prácticamente imposible abarcar todo. En este sentido, es recomendable priorizar lo importante sobre lo urgente, a pesar de la tendencia de hacer lo contrario. Muchas tareas aparentemente inaplazables suelen poder posponerse más de lo que se piensa en un primer momento, mientras que romper con el esquema establecido suele generar ineficiencia.
  10. Lentitud en la toma de decisiones. La rapidez con la que funciona el mundo actual obliga a los líderes a corregir el rumbo constantemente. Por lo tanto, los problemas deben resolverse sin demoras innecesarias, tomando el tiempo adecuado para documentarse lo suficiente y tomar decisiones acertadas.

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