Descubre la tradición artesana de Essaouira: guía práctica

Bañada por las aguas del Atlántico, constantemente acariciada por los vientos alisios y eclipsada por las ciudades imperiales del norte, Essaouira, conocida como la perla costera marroquí, posee una belleza mestiza que se forjó a través de su tumultuosa historia.

Su clima templado durante todo el año era muy valorado desde la antigüedad por los navegantes que hacían parada en sus costas: fenicios, griegos, cartagineses y romanos recalaban aquí. En el siglo XV, fue colonia portuguesa y se le dio el nombre de Mogador.

En el XVIII, fue conquistada por el sultán alauí Sidi Mohamed Ben Abadallah, quien la bautizó con el nombre árabe de Essaouira (lugar fortificado) y soñaba con convertirla en una de las ciudades más prósperas de la región. Para lograrlo, encargó el diseño de la medina al ingeniero francés Théodore Cornut, un prisionero que creó una moderna ciudad de líneas rectas, con murallas y amplias calles.

En el XIX, la antigua Mogador se convirtió en el puerto principal de Marruecos, atrayendo a comunidades cristianas y judías.

Su economía se basa en la pesca, la artesanía y, en los últimos años, gracias a los vientos alisios constantes que atraen a los entusiastas de los deportes acuáticos, en particular el surf. El turismo se ha convertido en una fuente importante de ingresos para esta ciudad portuaria, con su característico color azul y blanco, considerada una de las más tranquilas de Marruecos. Su medina es reconocida como Patrimonio de la Humanidad desde 2001.

Essaouira es un lugar perfecto para pasear. Alejada del bullicio de las grandes ciudades marroquíes, es un destino ideal para mezclarse con los locales, disfrutar de su medina amurallada o sumergirse en su zoco. Pero sobre todo, es un pueblo de pescadores, una villa que evoca el mar, con las redes apiladas alrededor de los barcos descansando en el puerto, donde la actividad frenética sorprende a los visitantes.

El turismo se ha convertido en una fuente importante de ingresos para esta ciudad portuaria, pintada de azul y blanco.

No es de extrañar que el puerto de Essaouira sea uno de los más activos del sur de Marruecos y uno de los lugares más animados de la ciudad. Está lleno de barcos y rodeado de numerosos puestos de pescado, donde los visitantes pueden elegir sus piezas y ver cómo se cocinan a la parrilla, aunque no sin antes regatear el precio, como manda la tradición marroquí.

La ciudad amurallada se divide en tres partes: la medina, la casba y la mellah, el barrio judío, que actualmente se encuentra en un estado bastante decadente, ya que los judíos que lo habitaban lo abandonaron después de la Guerra de los Seis Días entre árabes e israelíes en 1967 para emigrar a Israel.

Se puede acceder a la ciudad vieja a través de tres puertas en la muralla: Bab Dukala al norte, Bab Marrakech al este y, desde el paseo marítimo, Bab Sebaa.

Debido a su trazado recto y las intersecciones perpendiculares, la medina de Essaouira se distingue de otras ciudades de Marruecos. Es fácil orientarse y pasear sin miedo a perderse, aunque hay algunas áreas con calles laberínticas. Uno de los lugares más animados es la plaza Moulay Hassan, donde se encuentran restaurantes y cafeterías que son ideales para disfrutar de una comida o un té mientras se observa el constante ir y venir de los transeúntes.

Artesanía tradicional

En las calles adyacentes a la muralla, se concentran talleres de pintores y artesanos. Essaouira es famosa por su tradición en carpintería, especialmente en piezas talladas en madera de tuya con incrustaciones de limonero, nácar o ébano.

También son muy valoradas las piezas de plata, herencia de los orfebres judíos del siglo XVIII, y los artesanos que fabrican instrumentos musicales de cuerda, como el laúd o el gumbri.

La artesanía autóctona de Essaouira también incluye babuchas y bolsos de rafia, gorros de lana y lámparas de piel pintadas.

La pintura también tiene un importante lugar en la ciudad, que siempre ha atraído a artistas. Hay numerosas galerías de arte donde se puede comprar obra o simplemente admirarla. En resumen, Essaouira es un pequeño paraíso para las compras, sin la aglomeración de los zocos de ciudades como Marrakech o Fez.

Desde la medina se puede acceder al mirador de la Skala de la Kasbah, una plataforma amurallada de unos 200 metros de largo con una colección de cañones europeos, construida para defender la ciudad. Sin embargo, lo más destacado son las impresionantes vistas al mar. Es el único lugar donde se puede caminar sobre la muralla y contemplar las poderosas olas del Atlántico.

Marruecos es un destino cinematográfico y Essaouira, en particular, ha sido escenario de películas desde hace mucho tiempo. En 1949, Orson Wells filmó los exteriores de «Otello», la famosa tragedia de William Shakespeare, en el imponente marco de las fortificaciones de Essaouira.

Cada año, en junio, la ciudad acoge el festival de música Gnaowa, interpretada por descendientes de esclavos del África subsahariana, lo que atrae a miles de visitantes.

Guía práctica

Alojamiento: Para una experiencia auténtica en Marruecos, se recomienda hospedarse en un riad, que es una casa tradicional marroquí con un hermoso patio interior rodeado de salones y habitaciones. Los precios de las habitaciones oscilan entre 60 y 110 euros por noche.

Transporte: Si planeas llegar a Essaouira, puedes volar al aeropuerto internacional de Marrakech, que está a una distancia de 175 kilómetros. Desde Madrid y Barcelona, varias aerolíneas ofrecen vuelos a este destino.

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