La palabra «hogar» tiene su origen en el término latino «pater», que significa padre, y «patris», que significa patria. El hogar es el lugar donde una persona nace o es adoptada. Es el territorio con el que se siente emocional, cultural o históricamente conectada. La patria, por lo tanto, es la expresión de solidaridad basada en los valores históricos y proyectada como una esperanza de justicia social. El patriotismo es el nombre que se le da al pensamiento o sentimiento que une a una persona con su tierra natal.
La Patria es un referente social y nacional de la existencia histórica de Perú. El hogar tiene un componente subjetivo que pertenece al ámbito de la conciencia social colectiva e individual. Es el sentimiento de pertenencia, de identidad con un grupo social y su desarrollo histórico. La patria también tiene componentes objetivos de carácter material, como el territorio, la población, las condiciones de vida, la organización económica y el ejercicio del poder. En resumen, la patria engloba a toda la comunidad peruana, su territorio, sus recursos y todo lo que existe en el país.
Perú es una sociedad multiétnica y multicultural. Sin embargo, uno de nuestros problemas históricos es no reconocer esta diversidad e intentar imponer un poder antidemocrático a la mayoría, excluyéndolos de los beneficios de la riqueza y el progreso nacional. Un problema importante en Perú, tanto en la actualidad como en el futuro, es la extrema desigualdad de ingresos, los niveles inaceptables de exclusión y la injusticia de la discriminación. A la patria le duele que dos de cada cinco peruanos vivan en la pobreza y que en las zonas rurales de la Amazonía y la sierra, casi el 70 por ciento y más del 60 por ciento sean pobres, respectivamente. La pobreza, la desigualdad, la exclusión y la discriminación no solo afectan la vida social, intelectual y material de una gran parte de la población, sino que también debilitan la legitimidad de la democracia y violan la conciencia ética de la nación.
Los desafíos de la patria. La desigualdad no es solo una cuestión de redistribución presupuestaria, sino también un problema político que se entiende como formas de representación y participación de los ciudadanos en la vida social. También es una cuestión cultural basada en el reconocimiento de «otros» como interlocutores válidos. En Perú, debemos centrarnos en reducir las desigualdades y promover una mejor redistribución económica, una mayor representación y participación en la toma de decisiones políticas, así como el reconocimiento mutuo del valor de las diferencias culturales. Esto nos permitirá llenar las brechas existentes y lograr una mayor cohesión social y un desarrollo sostenible e inclusivo. Abordar las desigualdades es una aspiración de los ciudadanos de las regiones y debe ser una parte central de la agenda de los políticos que quieran representarlos.