Unidad productiva: cómo potenciar tu negocio

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La disminución del valor de un negocio se acelera de forma exponencial en situaciones de dificultades, por lo tanto, es crucial tomar medidas rápidas, ya sea a través de un acuerdo de reestructuración, la venta de unidades productivas, o una combinación de ambas. En cualquiera de estos enfoques, el objetivo principal debe ser garantizar la satisfacción de los créditos de los acreedores dentro de los límites que permitan maximizar el valor del deudor y asegurar la viabilidad del negocio.

Cuando se evalúa la viabilidad de un plan de reestructuración, es necesario basarse en premisas realistas, prestando especial atención a la confianza en el equipo directivo y su capacidad de ejecución, así como a la capacidad financiera y operativa de la empresa para ser competitiva. También es importante considerar la flexibilidad del plan para adaptarse a los cambios en el mercado, ya que es común que se produzcan incumplimientos a largo plazo debido a la incapacidad de invertir o atraer y retener talento.

Como una opción (o complemento) al plan de reestructuración, la nueva Ley Concursal ofrece la posibilidad de considerar la venta de la empresa o de unidades productivas, que se puede llevar a cabo al presentar una solicitud de apertura de un procedimiento especial de liquidación o posteriormente, aunque se considera que la primera opción sería la más interesante debido a la preservación del valor y al factor tiempo.

Las ventajas de este proceso son evidentes, ya que permite la entrada de nuevos inversores con una expectativa de rentabilidad a largo plazo basada en un plan de negocios enfocado en un área específica (cabe mencionar que la reforma de la Ley requiere que los inversores se comprometan a mantener la actividad durante al menos dos o tres años, según corresponda), y con la capacidad de invertir y mejorar la gestión.

Optar por esta opción también permite a los acreedores maximizar el retorno inmediato de sus créditos basándose en el valor actual de mercado de la unidad productiva como una empresa en funcionamiento, que lógicamente debería ser mayor que su valor mediante la liquidación individual de los activos. La nueva Ley establece que la valoración de la unidad productiva se realizará por un experto, cuyo resultado debería estar en línea con el precio que terceros estarían dispuestos a pagar, y se maximizará a través de un proceso competitivo de mejora.

En el nuevo texto legal se incluye la figura del experto encargado de recopilar ofertas de adquisición de la unidad productiva. Su función es supervisar la selección de un posible comprador para facilitar una enajenación eficiente y rápida.

Para llevar a cabo con éxito la venta de una unidad productiva, debido a la complejidad del proceso, es esencial tener un conocimiento y habilidades fundamentales. En primer lugar, es importante comprender a fondo el negocio, su mercado y su sentido estratégico y económico para identificar las ventajas operativas y las fuentes de valor adicionales que podría tener para un tercero, estableciendo así las bases del proceso de venta.

Además, es necesario ayudar en la delimitación de la unidad productiva y en la organización de la información necesaria para realizar un análisis adecuado, preparando documentos que resuman la información relevante, facilitando los procesos de verificación de información y de due diligence, coordinando la comunicación con los posibles inversores y otros asesores (cartas de proceso, acuerdos de confidencialidad, aclaraciones, ofertas, etc.).

También es importante tener en cuenta que nos encontramos en un entorno de insolvencia, por lo que es fundamental contar con conocimientos concursales y coordinarse adecuadamente con los distintos interlocutores y sus asesores (legales / concursales, financieros, empresariales, etc.), para garantizar la igualdad de tratamiento de los posibles inversores en términos de acceso a la información y tiempos.

Cumplir con los requisitos de publicidad, transparencia y competencia es particularmente importante, lo cual es compatible con mantener una discreción razonable para evitar perjuicios en el valor del activo. Al activar la venta de una unidad productiva, es necesario hacer una selección estratégica de candidatos, identificando aquellos que pueden estar interesados en el activo y con los que exista una expectativa razonable de que lo valoren, ya sean inversores industriales, que generalmente son del mismo sector, o inversores financieros como fondos de inversión y similares. Las motivaciones de unos y otros pueden ser diferentes en términos de visión del sector, expectativas de rentabilidad, horizonte de inversión, equipo directivo, etc., por lo que es necesario analizar sus ofertas de la manera más homogénea posible para determinar cuál es la mejor.

En resumen, el objetivo principal en una situación de insolvencia es buscar la satisfacción máxima de los acreedores y garantizar la viabilidad de los negocios, al mismo tiempo que se mantienen los puestos de trabajo. Una opción que se puede considerar es la venta de una unidad productiva, siempre y cuando se cumplan las garantías necesarias. Esto permitiría agilizar el proceso y facilitar el mantenimiento del tejido industrial y productivo, especialmente en un contexto donde los concursos empresariales están en aumento.

Javier Ibáñez ocupa el cargo de ‘managing director’ y lidera el área de ‘restructuring’ en España y Portugal en Kroll.

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