Un bono hipotecario es un título de crédito respaldado por préstamos hipotecarios, especialmente emitido para esa finalidad.
En comparación con las cédulas hipotecarias, la principal garantía para el suscriptor de los bonos hipotecarios se basa en la solidez de la cartera de préstamos hipotecarios que respalda la emisión.
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De manera similar a las cédulas hipotecarias, los bonos hipotecarios pueden tener características mixtas en términos de formalidades de emisión, plazos y formas de amortización, tipos de interés y primas de emisión.
Cabe destacar que estos valores generalmente están respaldados por propiedades inmobiliarias o bienes raíces, como equipos.
Un bono hipotecario brinda al inversionista una gran garantía, ya que está respaldado por un activo de valor que teóricamente puede venderse para cubrir dicha deuda.
De esta manera, los bonos hipotecarios comunes suelen tener un rendimiento mucho menor que los bonos corporativos tradicionales, que se respaldan en la promesa y la capacidad de pago de la corporación.
¿Cómo funciona un bono hipotecario?
Cuando alguien compra una vivienda y financia la compra con una hipoteca, el prestamista rara vez retiene la propiedad de la hipoteca, sino que vende la hipoteca en el mercado secundario a otra entidad.
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Esta institución agrupa la hipoteca con un conjunto de otros préstamos y emite bonos respaldados por estas hipotecas. Cuando los propietarios realizan sus pagos hipotecarios, la parte de interés de sus pagos se utiliza para pagarle el rendimiento a estos bonos.
Si los propietarios del grupo de hipotecas se mantienen al día con cada uno de sus pagos, cada bono hipotecario es una garantía sólida y confiable que generará ingresos.
Si algún propietario no paga su hipoteca, los tenedores de bonos tienen un derecho sobre el valor de la propiedad en garantía.
A diferencia de los inversionistas en bonos hipotecarios, los inversionistas en bonos corporativos tienen pocos o casi ningún recurso si la corporación no puede pagar.
Esto resulta en que cuando las empresas emiten bonos, deben ofrecer mayores rendimientos para atraer a los inversores a asumir la responsabilidad del riesgo de la deuda no asegurada.
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